Empiezo este blogpost con un ¡MUCHAS GRACIAS!, así en mayúsculas, porque el pasado 23 de octubre de 2025 viví uno de esos momentos que me recuerdan por qué elegí dedicar mi vida a la comunicación. La Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), mi querida alma máter, me otorgó un reconocimiento por mi trayectoria profesional como egresado de la Facultad de Comunicación. El diploma fue entregado por el Dr. Rolando Rodrich, Decano de la Facultad, durante el V Congreso Internacional de Investigación en Comunicación y Sociedad Postdigital, un evento que reunió a académicos, investigadores y comunicadores de todo el país.
En el texto del diploma se lee: “Su ejemplo de excelencia, responsabilidad y vocación de servicio enaltece el nombre de nuestra institución.” Palabras que, más allá del papel, me recordaron el sentido profundo de nuestra profesión: servir, inspirar y conectar.
Una conferencia sobre el valor estratégico de la reputación
Tuve también el gusto de presentar una conferencia titulada “Si solo me quedara un dólar de mi presupuesto, lo invertiría en relaciones públicas”, inspirada en la frase atribuida a Bill Gates. La reflexión giró en torno a cómo, en un entorno dominado por la inteligencia artificial y la automatización, la reputación se ha convertido en la arquitectura invisible que sostiene el edificio corporativo.
En mi exposición compartí un dato que me parece fundamental para sustentar el valor de nuestro trabajo: la reputación representa hasta el 63% del valor de mercado de una empresa, según estudios de Weber Shandwick. Y no es una metáfora; la confianza tiene valor financiero, influye en el precio de las acciones, en la atracción de talento, en las alianzas y en la resiliencia de la organización ante una crisis.

Comunicación en tiempos de desconfianza
Hoy vivimos una época de desinformación, polarización y saturación digital. En este contexto, la comunicación estratégica ya no es solo una herramienta, es un eje de legitimidad social. Las empresas que comunican con propósito, transparencia y coherencia, sobreviven y prosperan.
En el espacio hablé también sobre la necesidad de fortalecer las prácticas de Relaciones Públicas basadas en propósito, datos y ética, combinando inteligencia humana con inteligencia artificial, integrándolas para lograr una gestión reputacional más inteligente y humana.
Por eso en Trend PR & Reputación, la agencia que dirijo desde hace más de doce años, hemos apostado por esa visión: acompañar a marcas de distintos sectores —educación, salud, tecnología, infraestructura, finanzas, consumo y sostenibilidad, entre otros— a construir confianza, proteger su reputación y conectar con sus audiencias de interés.
Con un pie en la academia y el otro la cancha
Este reconocimiento de la USIL me hace reflexionar sobre el vínculo permanente que mantengo con la academia. En estos años he tenido el privilegio de ser profesor de educación superior y de compartir mi experiencia, con aciertos y errores, en medios, congresos y foros especializados. Cada vez que hablo con jóvenes comunicadores, me entusiasmo confirmándoles que la comunicación es una de las profesiones más humanas y trascendentes que existen. Y que además aportan muchísimo al negocio.
Durante la ceremonia, dirigí un mensaje a los estudiantes que resume mi pasión por la comunicación:
“Los futuros profesionales de la comunicación deben sentirse orgullosos de lo que hacen. Hoy, la gestión de la comunicación y la reputación son elementos inseparables de la estrategia empresarial. Ustedes tienen en sus manos lo más importante y valioso de una marca: su reputación.”
Recibir este reconocimiento me honra y me compromete aún más con el propósito que guía mi trabajo: demostrar que la reputación no se improvisa, se construye día a día con coherencia, ética y estrategia. ¡MUCHAS GRACIAS! Me quedo con mucha emoción por este reconocimiento, porque solo refuerza que sigo por el camino de hacer lo que más me gusta: comunicar y conectar personas y marcas.